domingo, diciembre 06, 2009

BARCELONA MULTICULTURAL EN NAVIDAD

El año pasado me fastidiaba que el Ayuntamiento de Barcelona hubiera adornado las calles por Navidad como si estuvieramos en la posguerra, y que una política de Iniciativa instalara unos carísimos árboles de Navidad gigantes que se iluminaban ¡si te ponías a pedalear! Alucinante, ¿no se puede ser verde e inteligente? Pero este año me jode que en los horterísimos y tristísimos adornos navideños de la ciudad se felicite las fiestas en tantos idiomas distintos. Es esa imagen de Barcelona como ciudad multicultural que el buenrollismo político intenta promocionar, cuando lo que creo es que Barcelona ya ha demostrado mil veces su capacidad de integración, y si no daros una vuelta por algunas zonas del Raval y muchos etcéteras, y os sentireis en cualquier lugar del mundo menos Barcelona. Eso es integrar, o mejor, inyectar. No es malo ni bueno, es lo que hay, lo apruebo porque el mundo funciona así y está bien, Barcelona acoge turismo e inmigración y me parece genial, pero es ridículo felicitar las navidades en una docena de idiomas, en letras grandes e iluminadas en pleno Paseo de Gracia, cuando deberían felicitarlas en catalán, que es el idioma de Catalunya. No hay mejor voluntad de integración que esta: Bienvenidos turistas e inmigrantes, instalaros y gozad de la ciudad, y por cierto, el catalán es nuestro idioma, aprendedlo.

UDO (SALA SALAMANDRA, 8-XII-09)


Profeso un amor casi infantil por este hombre, Udo Dirkshneider. Accept fue una banda revolucionaria, crearon el speed metal, digámoslo bien claro, fueron visionarios, y discos como Restless & Wild pateaban el culo a lo que hacían Maiden o Judas en aquel momento, por más que amemos todo lo que fuera que estaban haciendo. Hasta Roussian Roulette, de 1986, la carrera de Accept fue coherente y casi perfecta, luego se les fue la olla y echaron a Udo, y quisieron subirse al carro comercial hard americano, con un cantante pintamonas impresentable. La banda se hundió, claro, pero para entonces Udo ya había despegado en solitario con una fórmula tan previsible como necesaria: enarbolar la bandera del sonido Accept con unos discos en solitario siempre correctos, a veces muy buenos (su debut Animal House, o Faceless World), y currárselo mucho, con humildad, con ganas de defender un legado y seguir vivo en el imperio del metal. Y así hasta ahora, con un Udo que ha tenido claro que aunque se reuniese con sus ex compañeros de Accept en un par de ocasiones (la primera en los 90, en un periodo en donde editaron tres magníficos discos), su prioridad debía ser mantener a su banda, Udo, y seguir trabajando año tras año. El concierto de ayer fue bueno, siempre son buenos los conciertos de Udo, porque lleva una banda ya bien engrasada que disfruta, sobretodo el guitarra rítmica, un feliz Stefan Kauffman, quién era el batería clásico de Accept hasta que se pasó a la guitarra. A diferencia de otras veces tocaron mucho material nuevo, de los últimos tres discos, a destacar la peciosa In the darkness, y dejaron poco espacio para Accept (solo tres o cuatro temas), y para el material antiguo de Udo (aunque me gustó escuchar Independe day). No fue una noche memorable como la última en el Apolo, que tuvo un punto de desfase que me encantó, pero estuvieron fantásticos, y terminaron rejuveneciéndose con la viejísima, incendiaria Burning, de los primeros tiempos de Accept. La sala Salamandra, tirada en alguna parte de Hospitalet, tenía buen aspecto, algún idiota iba bebido y dió el espectáculo en las primeras canciones, hasta que yo y alguno más le invitamos a que se fuera a la parte de atrás antes de que un heavy rural le partiese la cara. Hasta de aquí un par de años Udo, como siempre.

ANTES PINTABAS TORMENTAS

Antes pintabas tormentas y todo explotaba del pincel a la tela. Las formas y las proporciones a veces no eran académicas, pero las olas del mar rompían en tus cuadros con la fuerza de quién, por fin, puede ser huracán, o por qué no, elefante en la cacharrería. La vida de tus pinceladas había estado oculta a ti y a los demás, pero sobretodo a ti, y de repente hubo un camino y cogiste los pinceles. Tuviste suerte, los hay que jamás sabrán como expresar lo que llevan dentro. Lástima que ya no haya más cuadros que pintar, que estés vacía y el camino cubierto de maleza. Ya no ves salida ni la quieres ver, no te interesa, no va contigo. Podrías encontrarla pero no lo harás, podría ayudarte pero no quieres. Tengo un cuadro en casa en el que las olas rompen con más fuerza que la rabia de Coubert en sus increíbles pinturas, que tanto me gustan, y que quizás vimos en algún museo. Antes había arte en tu vida y energía para sacarlo adelante. Ahora no hay más cuadros, y yo no sé que hacer.