jueves, octubre 09, 2008

"COMO COCINAR TU VIDA" (Doris Dörrie, 2007)


Una noche improvisada en ese reducto llamado Cine Méliès puede depararte sorpresas, era tan evidente el deber de ir a ver la nueva de Woody Allen o el último intento de unir para bien de la humanidad a Pacino/De Niro en una misma película, que de repente das un giro (¡de 187 grados, o 163, o 79, como dice mi padre!) y te metes donde no te llaman, a la película incorrecta en el momento incorrecto. Pero, vas y aciertas. Cómo cocinar tu vida es un documental en el que seguimos los pasos, las enseñanzas, las palabras y las recetas del maestro zen y experto cocinero Edward Brown, residente en un monasterio de California. La cocina entendida como algo más que un concepto material, el alimento como esencia del espíritu. Para Brown, la cocina es el corazón de su monasterio, para Brown es una tragedia que el hombre occidental no sepa qué coño hacer con una patata ¡con una simple papata! ¿Pelarla quizás? ¿Hacerte una tortillita riquísima y llena de amor? El negocio del alimento y nuestras ánsias de comodidad nos han convertido en niños malcriados que no saben qué hacer con una patata. Pélala, hazte una tortilla, ten paciencia, disfruta cocinando, el alimento saciará tu estómago y tu espíritu, eso nos dice este curioso personaje que imparte cursos de vida y cocina, cursos a los que deberían asistir por cierto todos los estrellones de la gastrosfera actual, desde Adrià hasta Santi Santamaría, los primeros que, bajo la coartada de la cultura y el arte han convertido al hecho de comer en un negocio globalizado y amorfo. Cocinar a veces es pararte a pelar la patata, y ser consciente de ello, articular tus manos suavemente con el cuchillo, esas manos que, dice Brown, el hombre occidental ya ha olvidado como utilizar, tantas sensaciones táctiles que se han perdido para siempre en la era del iPod e internet. Hay tantas frases, tantas imágenes en esta película, como cuando la cámara sigue la vida de una mujer que se dedica a ir de calle en calle, por esos barrios ricos de la periferia de alguna gran ciudad americana, y recolecta los higos, las manzanas de esos bonitos árboles que los residentes solo emplean para embellecer sus privilegiadas calles, y encima algunos vecinos le prohíben a la buena mujer acercarse a los manzanos, es tan pordiosera ella, tan homeless, y prefieren que las manzanas caigan y sean aplastadas por los coches. U otra frase magnífica, cuando se nos dice que la hamburguesa, el consumo obsesivo de hamburguesas no puede conducir a nada bueno, y que de hecho, los que se embotan el estómago a base de carne picada grasienta acabarán ellos mismos siendo hamburguesas. Hamburguesas no solo físicas, obesas, sino hamburguesas espirituales. Basura espiritual.