lunes, junio 23, 2008

VINCENT PRICE Y SANT JOAN


La clásica estampa de Vincent Price, el rey del cine de terror junto a Peter Cushing, en batín, deambulando solitario y torturado por su mansión victoriana escondida entre los páramos. Aquí, en la maravillosa El hundimiento de la casa Usher, dirigida por Roger Corman, Vincent tocaba el laud hasta altas horas de la madrugada y tenía una terrible enfermedad que le hacía no soportar cualquier ruido que superase el leve sonido de una hoja al caer. Su casa, silenciosa, anclada en el tiempo y el pasado, y Vincent en sus aposentos, con sus oídos condenados a escuchar para siempre cualquier crujido, cualquier paso, cualquier roce de un objeto con otro, el crepitar de la chimenea, el maullido de un gato, como si fueran explosiones que le perforan los tímpanos como cuchillos.
Por todo esto, Vincent y yo, aunque un servidor no sufra su enfermedad, rechazamos la primitiva y ruidosa fiesta de San Joan, y abogamos por confiscar esas chucherías estúpidas, los petardos de los cojones, que solo sirven para armar ruido, semanas antes incluso que la fatídica noche de "revetlla". Por ello, la noche del 23, estaremos los dos, con nuestros batines rojos y sendas copas de brandy, tocando el laud bajo las estrellas, tratando a nuestro modo de combatir el decadente escándalo de ruido, ruido y ruido.