jueves, enero 22, 2009

RESTAURANTES VACÍOS & LA MORAGA

Me sabe fatal ir por la calle y ver tantos restaurantes vacíos. No hay nada más triste que dos camareros charlando en medio de una sala con mesas vacías. Es el síndrome del que hablaba el cocinero norteamericano de origen francés Anthony Bourdain, el "síndrome del restaurante en decadencia", que actualmente se está extendiendo como el chapapote: pasas por delante y solo mirar por el cristal ya ves que eso ni funciona ni va a funcionar. Cero clientes, cero ambiente, una especie de olor a decadencia que lo impregna todo... Con los tiempos que corren el síndrome se multiplica y como digo es triste, porque además es que no se van a recuperar ¿cómo vas a entrar a cenar a un restaurante que parece un velatorio? No hay nada más bonito que un restaurante animado y la gente pasándolo bien alrededor de una mesa. Pero eso es cosa de unos pocos lugares privilegiados, muchos otros se comen los mocos sin saber qué hacer, directos a la quiebra o el traspaso.
En Málaga, durante estas navidades, fuimos a La Moraga, el bar de tapas que ha montado en el centro el chef Dani García, jefe de cocina del Calima, uno de los restaurantes con más presente y futuro de España (cenamos el año pasado y reseñé ese momento histórico en este blog). Bien, La Moraga no tiene problemas con el síndrome del restaurante en decadencia, es el comedero más cool de Málaga y probablemente uno de los mejores bares de tapas del país. Naturalmente que esta es una afirmación estúpida, pero cuando estás allí, acoplado a la barra, en ese ambiente moderno, pijo pero suficientemente andaluz, y te das una ducha de placer con la porra antequerana con mozarella, el ajoblanco, los buñuelos de bacalao, ¡las croquetas! las mejores croquetas que he comido jamás, hechas con pringá, suaves y jugosas por dentro, te das cuenta de que es posible ir de modernillo y respetar la tradición culinaria de un país. También sirven callos, y un paté delicioso y... Ahora es una visita obligada cuando vamos a Málaga, que es mínimo tres veces al año. Un local lleno, rebosante y en plena forma. Una alegría en tiempos de zozobra.