miércoles, julio 30, 2014

EL DISFRAZ IMPORTA

El disfraz importa. No me gusta la gente que se presenta como auténtica, y te la tragas esté de buenas o de malas. La autenticidad está sobrevalorada, prefiero un buen disfraz, una bonita mentira.

Una de mis consignas, una de las teorías que trato de llevar a la práctica, es la de ser un buen vendedor de sonrisas. Me gusta que los demás vean en mi a alguien feliz. Por poco que lo sienta, debo sentirme feliz. Quiero vender una buena imagen de mi, que reconforte, que ilumine, que no joda.

El disfraz es esencial. En este último año ha sido humillante verme bajar la guardia para mostrar enojo, mal humor o tristeza. Aparecer por la mañana hecho añicos, y pensar que eso estaba bien. Qué derrota, qué fracaso. Podría haber mentido, ojalá, pero, ay, sacarte el disfraz y tratar de ser auténtico es muy tentador. Pura vanidad.

Las mentiras y los disfraces hacen del mundo algo un poco menos áspero, significa que te preocupas por los demás. Deja las lágrimas para otro momento. Sal al escenario y toca.