sábado, junio 21, 2008

THE BELLRAYS (APOLO, 17-VI-08)


Grand Fury, l´obra de referència dels Bellrays, és un dels discos més importants de la meva vida. Em va impresionar i encara em fereix com el primer dia. Un grup de base punk rock, caótic, contundent i tanmateix musicalment ric, amb una bèstia de cantant, una negra donassa amb una veu propulsada des de ves a saber quina part del seu cos. El tòpic deia que eren MC5 amb Tina Turner de cantant, i era un tòpic, però també hi havia molta veritat. A la sala Apolo van tronar com ho fan avui en dia, amb uns grams (pocs) menys d´intensitat paranoico-soul-punk-religiosa i uns grams (bastants) més de savoir faire musical, obrint-se a les seves arrels negres, amb passatges que et transporten directament al bar on ballaven aquelles mosses despreocupades i cegues de margaritas devant de Kurt Rssell en la última meravella de Tarantino, Death proof. Música amb pedigrí, cultura musical dels últims 40 anys. Han canviat de baixista, i el nano bota massa, sembla que sigui de Maroon 5 i no dels Bellrays, però la guitarra veterana de Tony Fate i el domini de la situació de Lisa Kekaula (que no anava en cinquena perquè ja no li fa falta) van fer d´un concert amb un so massa brut i pàl-lid la festa esperada. A la mateixa hora evolucinaven al Fórum els Radiohead, però ells hauran d´esperar, la nit era dels Bellrays.

ALEJARSE DE LA REALIDAD

Recuerdo una película japonesa que empezaba así:

INT/ EXT ANDÉN / ESTACIÓN DE METRO - DÍA
Cientos de trabajadores suben y bajan de los vagones. Actividad en una gran estación de Tokio. Por las escaleras mecánicas bajan un grupo de adolescentes, sonríen y van charlando, han terminado las clases. En el andén esperan la llegada del metro. Una luz en el túnel, ruido in crescendo, a lo lejos se acerca el convoy. Las niñas se sitúan en línea, una junto a la otra. El metro a punto de entrar, ruido ensordecedor. Las niñas cantan, alegres, una frase de una canción. Entra el metro en el andén. De repente, las niñas saltan a la vía. Gritos, ruido infernal de los frenos del convoy. Las ruedas metálicas cortan miembros y arrasan con todas las niñas, en una procesión sin fin. Sangre y horror.


Supongo que la película, de la que entendí bien poco porque estaba en japonés sin subtítulos, hablaba de los pactos, en este caso, un pacto de suicidio entre unas adolescentes colegialas, las típicas niñas alegres con minifalda que te encuentras por Tokio. Lo terrorífico sin embargo, no era el instante en sí, cuando el tren arrasa con sus cuerpos, sino la opción que ellas habían tomado y como la llevaban a cabo de esa forma tan jovial, como quién decide jugar al pilla pilla, o irse a comprar chuches. La secuencia era una exageración, pero estas cosas pasan. En el mundo todo pasa, de hecho, las películas en general suelen quedarse cortas en cuanto a horrores humanos. Que se lo pregunten al monstruo de Amstetten.
Todo esto viene a cuento de la noticia que leía hoy en el diario: 17 adolescentes de una tranquila población del noreste de USA estaban preñadas porque habían pactado quedarse embarazadas a la vez. Sus razones, bueno, criar un hijo es guay, y si los criamos todas juntas pues superguay, eso y que quizás la imagen idealizada de la madre adolescente del film Juno, una chica lista, mona, moderna, cantautora, independiente y madre con 16 añitos, pueda haber tenido algo que ver. El ser humano tiene la particularidad de, en un ambiente determinado, aislarse de la realidad de tal forma que no es capaz de distinguir el rango de las cosas, estas niñas, todas ellas, en su mundo de fantasía donde los adultos no tenían cabida, creen haber hecho lo correcto, quedarse embarazadas en plena edad del pavo, las niñas del metro de Tokio en la película seguro que también, por lo menos antes de ser decapitadas en cadena por el tren, y desde luego, Joseph Fritzl, el tipo de Austria, pensaba que era un padre de putísima madre, y que le estaba dando a su hija y a sus nietos encerrados en el sótano una vida perfecta. Luego, cuando el ser humano sale de ese mundo de fantasía con sus propias reglas y valores, y vuelve a la realidad, si es que lo hace, se da cuenta de lo que ha hecho, y llora o patalea o se corta las venas. Las niñas embarazadas se darán cuenta algún día de que no son Juno, volverán a ver la realidad clara, reluciente y cruel, pero para entonces no habrá marcha atrás y habrán estropeado unos bonitos años de su vida, y el delicado corazón de sus padres.
El film An American Crime, casualmente interpretado por Juno-Ellen Page, habla de lo mismo, como en un contexto concreto la gente se aisla, pierde la noción de la realidad y es capaz de actuar de forma cruel, creyendo que hace lo correcto. La peli vale la pena, la recomiendo. Ahora recuerdo que yendo por la autopista hace años, yo solo en coche por Murcia o así, un tipo en otro coche con ganas de correr se mosqueó conmigo porque no iba por el carril de la derecha, y cabreado, dio un volantazo con la sana intención de echarme de la carretera, y así estuvimos unos buenos centenares de metros, hasta que, a punto de desmayarme de terror, pegué un frenazo y pasó de largo. Podría haberme matado, milagro que no me despeñara, pero el tipo seguro que pensaba que hacía lo correcto.