sábado, septiembre 05, 2009

REACCIONES

De entre las muchas envidias que profeso, una es la que siento por la gente que sabe reacconar a una situación dada, por ejemplo los que saben reaccionar cuando reciben un regalo de cumpleaños, o una sorpresa, ya sabéis, los que no desentonan con el jolgorio, y mientras desenvuelven el paquete sueltan algún comentario ocurrente que hace que todos aplaudan, o el tipo que se pone rojo de vergüenza, pero lo hace tan bien, tan auténtico y mono que también le aplauden. Cuando me dan a mi un regalo lo que quiero es desaparecer, pero como eso es imposible reacciono a destiempo, mal, toscamente, si quiero expresar alegría me sale falso y si quiero contenerme me vuelvo más inexpresivo que el personaje de la Muerte en El Séptimo Sello, y entonces es todavía peor, noto la decepción a mi alrededor ¿para eso le compramos un puto regalo? Aunque, y ahora poniéndome más serio, peor que todo esto es la situación en la que alguien te cuenta algo negativo, una mala noticia, o algo que sabes que le ha dolido y todavía le supura la herida en el corazón, sientes que esa persona ha llorado por eso, y de hecho está a punto de hacerlo ahora, delante tuyo, y tú te sientes un estúpido y dices frases hechas sin sentido, que sabes que no van a atravesar el muro de dolor que está sintiendo la otra persona ¿hay a bordo algún médico? bien, tú no eres médico. Luego, cuando él o ella se va, te maldices a ti mismo por no haberle dicho lo que tenías que decirle, por no haber sido más natural, por no haberle tocado la mano, ligeramente, nada demasiado pomposo, pero algo que le diga que está bien, que lo sabes, que lo sientes, que estás allí, no llores. Tímidos hasta la frialdad más absoluta, a muchos nos cuesta reaccionar correctamente ante un amigo o conocido que lo está pasando mal, pero por dios, juro que lo intentamos.