sábado, julio 19, 2008

16 HORSEPOWER


Desde hace algunos años son mi grupo favorito. Bien, grupos favoritos tengo muchos: Kiss, Deep Purple, Rainbow, yo que sé... Grateful Dead, los Stones... Pero 16 Horsepower encienden algo en mi que los otros no pueden. Discos como Secret South, del 2000, una verdadera obra maestra, u Olden, su última entrega antes de separarse, crean un efecto inmediato en mi estado de ánimo. He escrito guiones con su música, guiones que no existirían si no los hubiera imaginado mientras escuchaba la voz de David Eugene Edwards, este cantante-predicador cuyas canciones son plegarias en el desierto, ruegos a dios en la tormenta, el hombre pequeño y mísero ante su creador. No, no son temas aptos para fans del idiota de Pete Doherty, la música de David Eugene Edwards y los suyos, que bebe de fuentes diversas pero igualmente oscuras (Joy Division, The Gun Club, el country más negro...) está cerrada en si misma, si no entras te parece exagerada, desporporcionada hasta lo cómico, si entras, cosa probable, conectas con un caudal de sensibilidad incandescente del que no podrás despegarte jamás.

Eugene Edwards, de Colorado, es un tipo particular, nieto de un predicador, pasó su infancia de pueblo en pueblo, algo así como "el hijo del predicador", y ese es el espíritu que respiran 16 Horsepower, aguerrido sonido surgido de la roca, el desierto, pasión desbordada, como la de un predicador que machaca a sus fieles hasta la extenuación, aunque, por supuesto, no se trata de un grupo religioso. En escena son potentísimos, yo solo he tenido la oportunidad de ver en directo al grupo paralelo de David Eugene Edwards, Wovenhand, lógicos sucesores de la banda madre, y lo que ves delante es alucinante: El vocalista sentado en un taburete arrancando acordes de slide con su guitarra o marcando letanías con un acordeón o solitarios fraseos con un banjo, más un bajo y una batería, y el sonido que te atraviesa desde la primera nota. David Eugene Edwards no sonríe, no habla con el público, no ofrece concesiones, él vive en su mundo, en el fuego de sus canciones y le da igual que te lo creas o no.

16 Horsepower eran irrepetibles porque no pactaban con nadie, las reglas del juego las ponían ellos. La sensación que tuve al escuchar Secret South o su sucesor, el negrísimo y abismal Folklore es que no había grupo en la Tierra que hiciera lo que ellos hacían. Eran un regalo nuevo y hermoso, que aunque ellos lo hayan dado por finiquitado, seguirá su propio camino en cada uno de nosotros.