Como escritor de canciones, Bob Dylan es capaz de retarte a lo más hondo, cerrado, extraordinario, abrupto, incluso divertido de la conciencia. Un ejemplo, ahí va un fragmento de Gates of Eden, uno de sus temas más demoledores:
"La madona negra en motocicleta,
reina gitana sobre dos ruedas,
y su fantasma tachonado en plata,
obligan a gritar al enano de la franela gris
mientras se lamenta de las malvadas aves de rapiña
que picotean las migajas de sus pecados.
Y no hay pecados tras las Puertas del Edén"
Y luego todo lo contrario. Compone sencillas tonadas de amor. Bellezas que perdurarán en el tiempo, pequeños poemas sin llave ni candado. Una de mis favoritas, la maravillosa "Girl of the North country":
"Si viajas a la feria del norte,
allá en la frontera donde el viento azota fuerte,
dale recuerdos a una chica que vive allí,
porque ella fue una vez mi verdadero amor.
Y si viajas allí cuando hay tormenta de nieve,
cuando los ríos se hielan y el verano ya termina,
mira por favor que lleve un abrigo bien cálido
que la proteja de los aulladores vientos.
Mira por favor que sus cabellos sigan largos,
que rueden y vuelen sobre su pecho.
Mira que sus cabellos sigan largos,
pues así es como la recuerdo mejor.
Me pregunto si todavía se acuerda de mi,
tantas veces lo he rogado,
en la oscuridad de mis noches,
en la claridad de mis días.
Así que si viajas a la feria del norte
en la frontera donde el viento azota fuerte,
dale recuerdos a una chica que vive allí,
porque ella fue una vez mi verdadero amor".
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