viernes, febrero 15, 2008
¡NEIL, QUE VOY!
Una rabieta, un conato de discusión, un jarroncito de cristal roto (sin querer, eh, fué al mover una maldita mesa que parece que en vez de patas tenga patines), unas flores y una cena de San Valentín en casa. Un precio mísero y placentero que he pagado por poder ir a Londres a ver a Neil Young.
Sabía que nuestros caminos se encontrarían Neil. Si cuando destroces tu Gibson levantas la vista, en la parte de atrás del Hammersmith verás un mar de lágrimas, con las gafas enteladas por la emoción, ese soy yo, y al lado estará ella. Toca bien cojones, a muerte, que me ha costado mucho convencerla. Que ella también vibre, que los dos (y tú) nos sintamos una vez más inmortales. Y si no tienes el día, en fin, habremos estado todo el sábado de compras, así que tranqui.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
ja ja ja.... Marc tengo que decirte que soy fan total de tu blog. Pero con este post me he reído no sabes cuanto... Como comprenderás, yo convivo con "la otra parte" unas cuantas horas diarias y llevábamos un par de días hablando de Londres y las compras (más que de Neil la verdad).
Que lo disfrutéis a tope!
Pues no está Candem como para ir de compras...
Miedo le tengo yo a esas compras...
Fernando, nada para a la "mestressa" cuando se trata de cepillarse libras esterlinas.
Osti,ja pots anar explicant com ha anat. Ho vam estar mirant també nosaltres, però era prohibitiu!
Publicar un comentario