Estamos a poco de que un nuevo presidente del mundo sea elegido en Estados Unidos. Republicano o demócrata, lo que es seguro es que el afortunado será de los últimos presidentes mundiales yanquis, pues el siglo XXI nos tiene reservados líderes universales que provendran de las verdaderas potencias: China, India... Incluso Brasil y gran parte de Latinoamérica, países con recursos naturales ilimitados que algún día dejarán de hacer el tonto con la izquierda populista, liberarán a su pueblo, y se pondrán a trabajar para hacerse valer en el mundo. Ese día tocará irse de viaje de novios a Brasilia o a Caracas, y Nueva York se convertirá en Cancún, ruta turística de oferta en Carreffour.
Pero para eso todavía falta. Por lo pronto, hoy los estadounidenses eligen presidente. Sorprende que allí la mayoría de la población lo tenga tan claro de corazón, no parece que nadie vote con la pinza en la nariz como hacemos muchos en España; en USA, los de McCain van a comerse la urna, y lo mismo los de Obama, aquí miramos a un lado y con cara de vómito y resaca, introducimos nuestro voto al mal menor, allí vota la genética, las creencias más profundas e inmutables de cada persona, si votas a McCain es porque ves la vida como él, e ídem con Obama. De todo este proceso electoral interminable me quedo con las estrategias republicanas, que dieron en el clavo -genial- al lanzar a Sarah Palin, la esposa de América, sencilla, popular, inculta y atrevida, y muy conservadora claro (y, por qué negarlo, con un cierto aire a actriz porno disfrazada de profe calentona, cuántos americanos habrán fantaseado, sentados en la taza del water, con entregarle a la gobernadora de Alaska algo más que su voto); sin embargo el movimiento de marketing político fue tan meteórico, que pasaron por alto que Palin era una loca dispuesta a dinamitarlo todo, incluso con un rápido ataque a Rusia si se tercia. Soltaron a la bestia sin correa y pagaron las consecuencias, ahora el fenómeno Palin está muerto y McCain ya no duerme por las noches. De los demócratas, me quedo (y critico) ese aura de mesías con la que han calzado a Obama, un político por cierto, sin pizca de gracia. En las librerías de Nueva York habían montones de libros que más que hablar de un político, parecían salmos en gloria de Escrivá de Balaguer. La dimensión pararreligiosa de Obama me parece un peligro, pero por otro lado es inevitable, las ganas de cambio son tan grandes, las esperanzas tan inmensas, que solo dios, o un ángel con forma de senador negro, puede estar a la altura. En pocas horas veremos quién figurará en las enciclopedias (¿alguien recuerda a los contrincantes que perdieron? yo sí, recuerdo a un pobre demócrata que perdio contra Bush padre, Michael Dukakis, y a Ross Perot, el multimillonario loco que les disputó la presidencia a Bush y Clinton). Yo tengo claro mi voto, Obama, tú también lo tienes claro, pero ya sabes, nosotros no contamos.
2 comentarios:
Estoy de acuerdo en que el ciclo de EE.UU. como primera potencia mundial está acabando, ésa es la sensación que tengo. Y McCain le hizo un gran favor, el mejor, a los demócratas al elegir a Sarah Palin. ¿Será un infiltrado demócrata?
Pobre Sarah, aunque hoy le han dado una alegría: la han eximido de responsabilidades por un supuesto caso de abuso de poder en Alaska.
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