lunes, noviembre 12, 2007

"The lonesome death of Hattie Carroll"

Hay canciones que llevo años escuchando. Esta es otra de Bob Dylan. En su inglés, su vocalización, en directo o en disco, la letra es magnífica, y logicamente, mi traducción pierde un montón de detalles y juegos de palabras, pero haré lo que pueda. Un tema de denuncia, una vieja historia de tiempos de la esclavitud, en Maryland, con un pijo rico y aburrido y una pobre sirvienta asesinada como protagonistas:

William Zanzinger mató a la pobre Hattie Carroll
con el bastón que hacía girar con su dedo ensortijado,
en un hotel de Baltimore donde se reunía la alta sociedad,
llamaron a la policía y le quitaron el arma,
llevándolo detenido a comisaria,
donde acusaron a William Zanzinger de homicidio en primer grado.

Pero vosotros, que filosofais sobre la desgracia y criticais los miedos,
quitaros el pañuelo de la cara,
ahora no es momento de derramar lágrimas.

William Zanzinger, tan solo veinticuatro años,
poseía una plantación de tabaco de seiscientos acres,
y padres ricos e influyentes que le protegían y se lo daban todo,
y relaciones de alto nivel en la política de Maryland,
reaccinó a su crimen encogiendo los hombros,
y maldiciendo, riéndose y burlándose
salió de la cárce bajo fianza en cuestión de minutos.

Pero vosotros que filosofais sobre la desgracia y criticais los miedos,
quitaros el pañuelo de la cara,
ahora no es momento de derramar lágrimas.

Hattie Carroll era sirvienta en la cocina.
Tenía cincuenta años y diez hijos,
quitaba la vajilla y sacaba la basura,
y nunca se sentó a la cabecera de la mesa,
ni se dirigió jamás a ningún comensales,
tan solo recogía la comida
y vaciaba los ceniceros.
La mataron de un golpe, yace con la cabeza abierta por un bastón
que surcó el aire cruzando la habitación
para destruir toda su bondad,
ella, que nunca le había hecho nada a William Zanzinger.

Pero vosotros que filosofais sobre la desgracia y criticais los miedos,
quitaros el pañuelo de la cara,
ahora no es momento de derramar lágrimas.

El juez golpeó su mazo en la sala
para demostrar que ante la justicia todos somos iguales,
y que los hilos de la ley no se manipulan,
y que una vez que la policía los atrapa
incluso los nobles son tratados como merecen,
y que el brazo de la ley no tiene límites, ni por arriba ni por abajo.
El juez miró fijamente a ese asesino sin motivo,
que mató por el simple capricho de hacerlo.
Y protegido por su capa, habló grave y distinguido,
y castigó severamente, como escarmiento y expiación
a William Zanzinger con seis meses de prisión.

Oh, pero vosotros que filosofais sobre la desgracia y criticais los miedos,
quitaros el pañuelo de la cara,
ahora no es momento de derramar lágrimas.



¿No es preciosa? Y la música, la melodía no tienen igual. Dylan la ha interpretado en directo toda su vida, vistiéndola de electricidad en los setenta, como lenta balada en los ochenta, o ahora, como un cuento explicado por un viejo en la noche.
Frases como "And the strings in the books ain´t pulled and persuaded", o "Got killed by a blow, lay slain by a cane / that sailed through the air and came down through the room / doomed and determined to destroy all the gentle" son geniales muestras de un domador de músicas y palabras. Ni puta idea de como traducirlo haciendoles justicia.

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