Ja va sent hora de dir les coses com són. A la web dels Guionistes Associats de Catalunya (GAC) reprodueixen un bon article de l´Àlex de la Iglesia publicat a El País, responent a una carta d´un lector. La indústria del cinema d´aquí comença a mossegar.
Carta a "El País" de un cineasta del país.
dimecres, 06 febrer de 2008
El otro día tuve oportunidad de leer un artículo (sin firmar) en la
página de opinión de este periódico poniendo a parir al cine español
en su conjunto, recomendándonos a todos poco más o menos que lo
dejáramos y nos dedicáramos a otra cosa, que les haríamos un favor a
los espectadores, hartos de nuestra torpeza. Si hablasen de mí lo
entendería, porque para eso me pagan. Es mi trabajo y estoy
acostumbrado. Pero lo que resulta indignante es que se juzgue con esa
pasmosa ligereza a todo un gremio, a la profesión en su totalidad. ¿Se
imaginan a alguien diciendo “todos los escritores de este país son
aburridos”, o “los pintores españoles cansan con sus cuadros de
siempre”, o “basta ya, por favor, de zapatos españoles, preferimos los
americanos”?
Lo que realmente duele de estos palos no es la
rotundidad con la que se formulan, sino todo lo contrario, lo
alegremente que se escriben, como sin darles importancia. Da la
impresión de que no afectaran a nadie. Y ahí se equivocan, porque el
cine español no sólo somos cuatro torpes directores sin talento, sino
cientos o miles de profesionales que viven de nuestras películas,
muchas familias que tienen que buscarse la vida haciendo cualquier
otra cosa, porque esto del cine cada vez se lo ponen más difícil.
Nadie nace sintiéndose parte de eso que se llama cine español.
De hecho, cuando era joven era tan idiota que creía que mis películas
iban a cambiar las cosas. Después de mi primer estreno, en una cena,
los de la mesa de al lado subían la voz para que les oyera decir “puto
cine español, a ver cuándo aprenden a hacer cine”. Entonces fue cuando
me dí cuenta de que formaba parte de esto, lo quisiera o no. Y ahora,
cuando conozco no sólo el manido término, sino los profesionales que
lo componen, estoy orgulloso de estar ahí, porque sé lo increíblemente
doloroso que puede llegar a ser un rodaje, el milagro que supone el
estreno de una película en un cine, y no digamos que sea un éxito. Yo
no puedo quejarme. Soy un privilegiado, pero intento no perder la
perspectiva: amigos míos no tienen la suerte que yo. He visto
peliculas magníficas que no duraban una semana en cartel y
desaparecían para siempre. Por eso me gustaría comentar ese artículo.
No sólo hablaba de mí, hablaba de amigos míos. Es cierto que no tengo
ninguna necesidad. No es nuestro trabajo hablar de cine, sino hacerlo,
pero tengo la sensación de que es importante responder: si callamos
parece que estamos de acuerdo, y os aseguro que no es así.
El artículo comienza hablando de cifras, y viene a decir que el
cine español ha perdido 6, 5 millones de espectadores. Estos datos
dieron la vuelta a España en todos los periódicos. Lo gracioso es que,
siguiendo esas mismas cifras, el cine “extranjero” ha bajado 12, 5.
Casi el doble. Osea, que la noticia real es que todos los cines bajan,
el francés, el inglés, el americano… No sólo el español, que
curiosamente baja menos que el resto. Baja el cine porque todo el
mundo tiene uno en casa, con Dolby Digital. El culpable es el DVD, lo
sabe todo el mundo. ¿Por qué cargar las tintas sobre el cine español?
No lo entiendo.
Otra noticia falsa que nos tuvimos que tragar esos mismos días
señalaba que la película más taquillera del año pasado fue “Piratas
del Caribe 3”. Bueno, pues resulta que el Ministerio de Cultura no
contabilizó los tres últimos meses (no me pregunten porqué). Contando
el año entero, la más taquillera del año pasado fue una española, “El
Orfanato”, la espléndida película de Jose Antonio Bayona. ¿No es
asombroso y terrorífico que nos echemos piedras a nuestro propio tejado?
En el artículo se menospreciaba, al mismo tiempo, el éxito de Javier
Bardem y Alberto Iglesias con sus nominaciones a los Oscars, porque el
trabajo de ambos “se enmarca en producciones Hollywoodenses”.
¿Menospreciarían los británicos el trabajo de John Hurt en mi película
porque trabaja en una producción española? Además, ¿en qué industria
cinematográfica han visto los americanos el trabajo de Javier y
Alberto? ¿en la coreana? Dice el artículo “No es exactamente el cine
español lo que se reconoce en los galardones”. ¿Qué pasa? ¿Un actor o
un músico español deja de serlo porque trabaja fuera? ¿Deja de ser
español Fernando Alonso porque trabaja con Renault?
El último párrafo es realmente cruel. “Con unas cuentas o con otras,
parece demostrado que el cine español interesa cada vez menos”. Yo
creo que está ocurriendo exactamente lo contrario, tras los últimos
éxitos de El Orfanato, El laberinto del fauno, 13 rosas, Rec, y tantas
otras, entre ellas la de un gordo impresentable que era número uno en
taquilla el mismo fin de semana que se publicaba el artículo. Y ahora,
¿qué película es la más vista? Mortadelo, y no me parece precisamente
una película extranjera. Dice el artículo que nos limitamos a “tres o
cuatro fórmulas” –la guerra civil, el drama social, y la comedia de
costumbres-. ¿Es eso cierto? Creo que no. No ahora.
El cine de género ha vuelto, vemos películas de terror, suspense,
vemos comedias y dramas, y además las nuevas generaciones apuntan
alto: Los cronocrímenes, la estupenda película de Nacho Vigalondo,
tiene dificultades para estrenarse aquí, en España, pero no para
estrenarse en Estados Unidos. Las películas que se hacen en este país
puede que sean mejores o peores, como todas, pero no son previsibles.
No más que las de Hollywood, se lo aseguro, y si no pregúntenselo a
Sandra Bullock. A todos nos gustaría poder ser igual de previsibles
que “piratas del caribe 3”, pero no podemos porque necesitaríamos
aumentar nuestro presupuesto unas cien veces para rodarla, y
quinientas veces para promocionarla. Sin embargo, luego competimos en
igualdad de condiciones y Jack Sparrow nos saca de los cines porque
necesita nada menos que ochocientos cincuenta.
Y por último, el artículo suelta la famosa puntilla de las
subvenciones. Por favor, no le hablen de las subvenciones a mi mujer
porque se les echará al cuello. Una vez decidí producir una película,
se llamaba 800 balas. Tuve que hipotecar mi casa para pagar los
intereses de los créditos, y así poder rodarla. Todavía tiemblo al
pensar que puse en peligro a mi familia por una película. La famosa
subvención me llegó un año después del estreno, y con ella pagué lo
que debía en hoteles y pienso para los caballos. Quieren dar a
entender que vivimos del cuento, y no es así. Las subvenciones ayudan,
para eso están, como ayudan las que reciben los del teatro, los
deportistas, los agricultores, o tantos otros. Pero no protegen. Yo no
puedo comprar naranjas marroquís en España, aunque se encuentren a 14
Km. y sean diez veces más baratas. Tengo que comprar naranjas del
país. ¿Se imaginan que ocurriera lo mismo con el cine?
Los productores en España se juegan la piel, para después verse
menospreciados en los periódicos. La gente no lo sabe, y por eso
escribo el artículo. Creen que los del cine vivimos una fiesta
contínua, rodeados de canapés y champán. Y así debe ser, porque nadie
va a ver una película de alguien que nos aburre con sus problemas.
Ahora bien, otra cosa es proyectar una visión malintencionada de
nosotros. Las cosas que decía ese artículo no son ciertas. El público,
a mi entender, y dicho desde la más profunda humildad, sigue apostando
por nosotros, eso dice la taquilla. Son algunos medios de comunicación
(por razones que no voy a entrar a considerar aquí) los que intentan
cambiarlo.
Alex de la Iglesia
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