sábado, mayo 17, 2008

DUDAS ÉTICAS

Odio los toros, pero no pierdo la oportunidad de leer crónicas de corridas en los distintos periódicos que tengo al alcance. Cuando redactores que yo no conozco narran las vicisitudes de José Tomás o Talavante en el ruedo no puedo evitar envidiar a aquellos que sienten algo por este espectáculo. Es como esta polémica que ha surgido en Chicago, la única ciudad del mundo que durante dos años ha prohibido el consumo de hígado de pato en restaurantes y demás; ahora han levantado la prohibición, presionados los políticos de la ciudad por el gremio de la restauración, jodido por una medida ecologista que anula a cal y canto esos suculentos platos de foie hecho al instante, pim pam, en la parrilla, ese delicioso manjar, no nos engañemos. Pero el foie llega a tu plato después de sobrealimentar a la fuerza a unas pobres ocas que no pueden ni moverse en toda su condenada vida, es hígado hipertrofiado, no te olvides, una tortura china. Pero un manjar que merece la pena ¿no? ¿has sentido el tiento de tus diente a través de la carne fuerte, tan y tan personal de ese hígado? ¿te lo han servido al punto, recién, recientísmo hecho? Como una corrida de José Tomás, el hígado de pato plantea molestas dudas éticas. Yo de momento prefiero el toreo leído en las crónicas de El País, tal y como prefiero la fantástica visión que del fútbol inglés tiene el redactor John Carlin del mismo diario, la verdad es que me importa un pito si las corridas son reales o imaginarias, yo me quedo con la literatura. Y en cuanto al foie, ahí tenemos un problema: me fastidia el método, pero adoro el resultado ¿Me confieso? ¿Me fustigo? ¿Me lo como?

No hay comentarios: