martes, mayo 20, 2008

ORGÍAS

Max Mosley, vaya tipo. El presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) se monta orgías sadomaso con estética nazi, da latigazos en el culo de quién tenga delante y se los dan a él, pero, ups, alguien lo graba todo por un móvil. Y ahora, por arte de magia, todos le hemos visto jugueteando con el látigo delante de unas cuantas muchachas con el culo en pompa, una de ellas, la mistress de la orgía (la que reparte estopa, vamos) la esposa de un destacado miembro de los Servicios Secretos Británicos. Menudo culebrón. Ahora el mundo pide la dimisión y la cabeza del bueno de Mosley, que se niega a dimitir de su cargo mientras dice que bien, él estar ahí estaba, pero lo de "orgía nazi" es mentira, que eso de nazi no tenía nada. El mundo pues, ha convertido a Mosley en la versión payasa del monstruo de Amstetten, en una muestra más de la hipocresía humana: Mosley dimite, pero si puedes envíanos el video entero. Sin embargo él ya hace bien en aguantarse en el cargo, es más, yo le recomendaría montar otra orgía en el próximo Gran Premio de Mónaco, delante del Casino, si puede ser con pollas hinchables con forma de esvástica y un enano de grandes huevos con bigotito de Hitler. Que disfrute y luego nos lo cuente, porque el mundo tiene mucho que aprender. No tuvimos suficiente con convertir algo tan íntimo como una mamada a un presidente en una cuestión moral y política para todos los públicos, que ahora hacemos lo mismo con las diversiones privadas de un ciudadano. Es entrar de nuevo en consideraciones del tipo: ¿Me hace peor persona que tú follarme a una chavala vestida de oficial de las SS? ¿Qué coño te importa lo que haga con mi vida? ¿Se critica de igual forma al que mira con deleite películas de guerra ambientadas en la Segunda Guerra Mundial, al aficionado a coleccionar cromos de la época, al estudioso del mundo nazi, al que tiene en su casa maquetitas de los cazas de la Luftwaffe? ¿Ofendo a alguien si me disfrazo de Goering en mi puta casa? La opinión pública, de la mano del periodismo de la peor calaña, ha penetrado de tal forma en la vida privada de las personas que hasta juzga y condena. Y lo que me cocino entre las cuatro paredes de mi casa me lo juzgo y me lo condeno yo. Por tanto Max, ponte tus mejores galas y dale duro con el látigo.

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