martes, marzo 17, 2015

GUAPU, GUAPU, GUAPU


No es fácil aceptar el amor que mi hija me ofrece. A veces me pregunto si no se estará refiriendo a otra persona, cuando me cubre de besos y me dice guapu, guapu, guapu.

Ser padre es encargarse de algo. Tomar el mando, pilotar y aprender a dejarse querer. En el amor de mi hija hay algo inmenso y bonito. Algo que necesitaba y que ella me ha dado sin pedir nada a cambio. En sus besos, en la protección que ella me pide, puedo encontrar yo, también, protección. La protección que necesitaba. Mi hija me da un beso, guapu, guapu, y sin saberlo, lo sabe. Sabe lo que necesitas, sabe pasar por encima de tus debilidades, de las dependencias que han malogrado tantas horas. No pasa res, papi. En su mano, la mano de Dios.

Cuando parecía que ya no tenías arreglo, estás a salvo, aquí y ahora. Y cada minuto, cada decisión, es una nueva oportunidad.




4 comentarios:

Juanjo Mestre dijo...

Emocionante. Ni te imaginas cuánto me identifico con lo que tan fabulosamente reflexionas. Me refiero a mi pequeña, con la mayor tengo otra clase de relación, no por ello siento menos amor pero el afecto que desprende cada día mi pequeña me hace superar las debilidades y pensar que soy afortunado. Sí, en cierto modo es la mano de Dios. Un gran abrazo.

Marc Monje dijo...

Te agradezco un montón este comentario Johnny JJ. Un saludo!!

paulamule dijo...

Ese título tenía gancho. Esi guapu, guapu, guapu es algo que por aquí por Asturias también nos suena de algo.

Yo no he tenido hijos pero creo que te entiendo. Precioso post.

Salud.

Unknown dijo...

Preciós i mooolt emocionant Marc... :o)