Lo mejor de mi es una buena razón para ir al cine. A veces las películas no cambian la vida de nadie, a veces ni hacen reír ni llorar. Lo mejor de mi es una historia que te contarían por la calle evocada en una pantalla de cine, una narración sencilla en la que no hay que escarbar en los misterios insondables del alma, ni bucear en los resortes ocultos de la protagonista interpretada por Márian Álvarez, tan solo escuchar la sencilla y veraz partitura de los sentimientos de una chica ante su gran acto de amor. Esa música, tan atentamente interpretada por la directora del film, es Lo mejor de mi.
En otro orden de cosas, todavía mantienen en cartel la última de Ken Loach, En un mundo libre. Una impresionante fotografía de la cadena que jamás se va a romper, la que une a los inmigrantes que vienen a nuestras ciudades en busca de trabajo con aquellos que se aprovechan de ellos para sacar su propia vida adelante, como es el caso de la protagonista del film, una luchadora que monta su propia empresa de contratación temporal y que simplemente, intenta ser alguien y dar a su hijo la vida que ella cree que merece, aunque eso suponga escatimarles el dinero a los inmigrantes que contrata. El panorama de la inmigración en las ciudades, los sin papeles que buscan trabajos de un día y mal pagados, que se ven además sometidos a los buitreos de quienes les contratan, mientras que estos, supuestamente privilegiados, se muestran incapaces de apearse de la rueda de este modelo social, que les hace partícipes de una injusticia interminable. En un mundo libre es una lección sin panfletos ni pancartas, un pedazo de realidad arrancada de cualquier barrio trabajador de Londres, y una acongojante sensación de que este mundo está bien jodido.
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