miércoles, julio 09, 2014

ELLOS SIEMPRE ESPERAN

Los perros me han enseñado más que muchas personas, o como el genial conferenciante y educador Santi Vidal dijo en una de sus conferencias: tengo amigos que no son dignos de mis perros.

Una de las cosas importantes que he comprobado desde que tengo perros, y tengo cierto contacto con alguna protectora o maravillosas personas que cuidan de ellos cuando les abandonan (mi mujer Marta, Eli, Patricia), es que los perros siempre esperan.

Me recuerda a un episodio de Futurama. El perro de Fry continuó esperando a su querido amo, delante de la pizzería, aunque él ya había viajado al futuro y no volvería jamás a verlo; y lo esperó hasta morir. Los perros siempre esperan. Una caricia, comida, una atención, una mirada. Si les abandonas, jamás curarán esa herida, en el fondo, continuarán esperándote.

Los perros son los seres vivos que más confianza han depositado en la raza humana. Tienen infinito amor que darte, y siempre esperarán a que tú les dediques algo, un gesto, una mirada. Los perros son analistas, estudiosos de nuestros gestos. Nos conocen mejor que nadie. Saben cuando estamos mal, saben cuando nos alegramos de algo, lo saben todo de nosotros, porque no paran de observarnos, porque nos quieren.

Los perros siempre esperan. En La Floresta hay montones de casas con perros esperando. A sus dueños, que los han dejado todo el fin de semana solos en la parcela, a que les hagas el regalo de sacarlos a pasear, a que alguien les mire, a que pasen los jabalíes y ellos les dediquen unos cuantos improperios. Esperan siempre. Otra cosa que he aprendido. A veces crees que los que tienen más pinta de tratarlos bien, en verdad los desprecian y los someten, como muchos personajes pseudoperroflautas, sórdidos, que malgastan su vida en la plaza de arriba de la estación, en La Floresta. Tienen perro, pero no se lo merecen. En el "pueblo" donde vivo hay todo el espectro de propietarios de animales: los que los maltratan, los que los abandonan, los que los encierran en la parcela durante días, pero también los que los aman.

Hemos hecho muchos pequeños salvamentos de perros, pero el último fue muy emocionante. De camino a casa, vi a un golden desubicado, con collar, ahí había algo que fallaba, y así se lo comenté a mi mujer al llegar. Yo no había tenido un buen día, y no me sentía con ganas de salvar a un perro, así que tuvo que ser mi mujer la que arregló el asunto. Atraer al pobre animal, que estaba nervioso, desorientado, miedoso, hacerse con su confianza, y finalmente llevarlo al veterinario, ver si tenía chip...y etcétera. Lo bonito es que utilizó a Nahir, nuestra perra de cabecera, para darle confianza y calmarlo; Nahir es toda una psicóloga. Bien, estas acciones son el pan de cada día de los que se preocupan por los perros. La historia acabó bien, por suerte para el pobre golden. De otro modo, se habría convertido en otro perro más que espera a que alguien lo quiera, si un coche no lo atropella antes.

Nosotros tenemos malos días, depresiones y subidones, ello siempre esperan algo. Siempre esperan.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Cuanto más conozco a los perros, menos quiero a las personas.

Marc Monje dijo...

Estoy contigo Alex! Gracias por pasarte!!