sábado, octubre 18, 2008
SMOKING
"Hola, soy Dee Dee Ramone, y ehm... Me gustaría felicitarme a mi mismo y agradecerme, y darme una fuerte palmadita en la espalda. Gracias Dee Dee. De verdad que eres maravilloso. Te queremos".
Y yo, después de tres semanas y pico sin tocar un cigarrillo, debería dedicarme un discurso así, "un fuerte abrazo Marc, eres lo mejor, te queremos". Ahora, a estas horas de la noche, un buen Pall Mall no estaría de más, pero tengo mis razones filosóficas para renunciar. Y mis razones humanitarias. Mi asma no me dejaba vivir, así que he tomado esta decisión que, mientras dure, me hará bien, incluso toco la armónica decentemente en el grupo ahora. Además, el médico de cabecera tuvo la delicadeza de declararme enfermo crónico, así que cada tres meses, por fin, podré acudir a mis queridos medicamentos, inhaladores de cortisona de todo tipo y color, sin mediar consulta médica, sin que un jodido polluelo licenciado de bata blanca me haga preguntas o se empeñe en hacerme pruebas y solucionarme la vida. Dame la medicina tío, dame la puta medicina.
jueves, octubre 16, 2008
BARTON FINK: MIRADA ALUCINADA.

Un hotel que parece tener vida propia, con Steve Buscemi de botones y John Goodman en la habitación de al lado. Y John Turturro, un escritor ante la temible página en blanco.
"QUEMAR DESPUÉS DE LEER" (2008, JOEL & ETHAN COEN)

Que el cine de los Coen ya no será Barton Fink ni Muerte entre las flores parece claro. Muchos crecimos culturalmente con sus películas de los 90, los hermanos Coen, Joel y Ethan, eran dioses, y nosotros aspirábamos a vivir el cine como se vivía en aquellas escenas de John Turturro mirando, alucinado, el papel desconchado y húmedo de su habitación de hotel en Barton Fink. Hoy he visto Quemar después de leer, su nueva obra, y he salido contento del cine, bien, por lo menos no es Crueldad intolerable, es algo más que una comedieta, es un buen guión, y George Clooney y por supuesto Frances McDormand, son caras plenamente coenianas, y pillan a la perfección ese sentido del humor tan particular. Pero me quedo antes con No es país para viejos, que conecta más estrechamente con sus mejores obras del pasado, con las cotas de Muerte entre las flores, Barton Fink y Fargo, cotas que, parece, de momento no van a poder igualar.
MIEDO
miércoles, octubre 15, 2008
BOB DYLAN: "THE BOOTLEG SERIES VOL. 8: TELL TALE SIGNS, RARE AND UNRELEASED 1989-2006"

No las tenía todas conmigo. Yo soñaba con que las nuevas Bootleg Series de Dylan fueran alguan grabación perteneciente a un concierto de su época cristiana, o de la gira con Tom Petty, o a alguna etapa de la gira interminable a partir del 88, y al enterarme de que dedicarían este volumen 8 a inéditos y tomas descartadas de sus últimas obras de estudio a partir de Oh Mercy, del 90, no pude evitar sentir un bajón.
Qué ingénuo.
Porque yo no sé si me estaré precipitando, como me pasa a menudo en estas cosas y otras, pero es que siento que este doble cd que escucho ahora mismo es, aquí y en este momento, lo mejor que he escuchado de Dylan desde quién sabe cuando. Naturalmente lo que digo no tiene sentido, su último disco Modern Times es inabarcable y emocionante, como Love and theft (2001) y Time out of mind (1997), como sus dos discos de versiones de mediados de los 90, como Oh Mercy, e incluso como la pequeña obra que le siguió, el denostado Under the Red Sky. Pero qué más da, escucho la versión desnuda de Most of the time, pieza maravillosa, sinuosa, llena de misterio y nocturnidad tal y como la escuchábamos en Oh Mercy (la producción de Daniel Lanois fué decisiva para ese sonido mágico, pantanoso, noche en Lousiana) y ahora, en una toma tan preliminar, con Dylan y su armónica, la canción es directa, llena de acentos, de emociones más a flor de piel; ni mejor ni peor, pero maravillosa. Escucha la toma de Someday baby de las sesiones de Modern Times, añeja, llena de rag y feeling de club en blanco y negro -el sonido del que más disfruta el Dylan de estudio actualmente- en su versión del disco publicado, y aquí un tren que te aplasta, una sombra que avanza y te rodea. Tremenda, directa a las tripas. Hay más, hay 27 temas, y mucho que disfrutar.
Este volumen 8 de las Bootleg Series es el Dylan más descarnado, el Dylan que resuena en cada palabra, cada verso. Ahora mismo, no hay en el mundo mejor disco que este.
domingo, octubre 12, 2008
MY MORNING JACKET: "OKONOKOS" (2006)

Los discos en directo no morirán nunca si mínimo uno al año es como este. Puedes irte a mil webs para bajarte mil conciertos de tus bandas favoritas, pero cuando escuchas algo como esto, el tiempo se para y vuelves a la época del Made in Japan. My Morning Jacket han entrado en mi vida a ostia limpia, su rock es vanguardista, buscan el aliento poético como almas en el viento, pero tienen el rock y la brasa que jamás tendrán Sigur Rós, y así, con tal fuego en estas canciones, te llevan hacia donde quieren. Los temas son originales, a veces letanías donde te ves explorando el sonido, sin estribillos, sin gancho fácil, pero un sonido original, en temas como Wordless Chorus, que abre el concierto, o I will sing you songs; pero luego todo cambia y explota inesperadamente en la bomba veloz de One big holiday. Llegué tarde a esta banda, pero ahora me siento como en casa.
ENFERMEDAD
sábado, octubre 11, 2008
"ON THE ROAD WITH THE RAMONES" (Monte A. Melnick & Frank Meyer)

Cuando los Ramones dieron su último concierto en 1996 y luego fallecieron al poco tiempo Joey, Dee dee y Johnny, parece que la caja de los truenos se fue abriendo y rebeló que dentro de la máquina de punkear melodias pop a ritmo de one, two, three, four durante dos décadas, había una despensa llena de carne podrida. Los Ramones no se aguantaban entre ellos, Joey y Johnny no se hablaron durante años, Dee Dee vivió su existencia al límite y tenía trastorno bipolar, Joey era un enfermo con un trastorno obsesivo-compulsivo que condicionó toda su vida y le hacía capaz de pasar cincuenta veces por la misma puerta si creía que "debía hacerlo", drogas, mucho alcohol, desórdenes mentales de todo tipo, malas caras todo el día, expulsiones de baterías por alcoholicos... Todo este panorama pertenece a una de las muchas áreas de las que Monte A. Melnick (road manager que les hizo de padre durante toda su carrera) y Frank Meyer nos hacen partícpes mediante sus declaraciones y las de los propios Ramones y personajes de la crew, management, novias etc. Es un libro entretenidísimo, lo puedes abrir por cualquier página y siempre tendrás anécdotas inimaginables: como el bueno de Joey, que no se cambiaba de calcetines ni que lo mataran y apestaba todo él, o cuando en ruta, los Ramones meaban en botellas de plástico para no parar en las gasolineras y perder tiempo, mil y un detalles, mil y una historias. On the road with The Ramones está perfectamente organizado por temas, desde el capítulo dedicado a los asuntos del amor, donde se nos da buena cuenta de la vida amorosa que llevaban y del ya famoso conflicto entre Johnny y Joey por una chica que acabó casándose con el guitarrista, o el capítulo que dedican a las grabaciones en el estudio, con anécdotas de Phil Spector, pistola y litros de alcohol incluidos, y las surrealistas sesiones fotográficas para sus portadas, en las que Johnny daba solo una hora de tiempo al fotógrafo para completar su trabajo, si lo hacía, sería fotógrafo de los Ramones para toda la vida, si al cabo de una hora no había terminado, Johnny lo mandaba a la mierda y se iba a casa. Puro entretenimiento con un ligero sabor de amargura, la amargura de cuatro tipos de barrio, subproductos sociales New York que no supieron lidiar con sus diferencias y bajezas, pero que encontraron un sistema para enterrar la mierda debajo de la alfombra y continuar en la carretera. Ya lo he dicho, cuando todo terminó en el 96, todos pudimos mirar debajo de la alfombra, y lo que había no era lo que nos habían contado.

Leyendo On the road with The Ramones por cierto, y repasando su discografía en casa, con mi favorito Too tough to die a la cabeza seguido de Leave Home y End of the Century, me he sorprendido admirando en cierta medida la personalidad de un tipo como Johnny Ramone. Nadie respeta a Johnny hoy día, y él se encargó en vida, y sobretodo en sus últimos años, de dejar claro que era un aborrecible republicano radical y un dictador en su propia banda, siempre malcarado, siempre huyendo de la fiesta y reclamando seriedad y compromiso a los disolutos Joey y Dee Dee. Johnny no era divertido, no bebía ni se metía nada, y se tomaba la música como un curro en el que fichas y punto. La pasión de Johnny por su banda era similar a la que siente una cajera del Mercadona por un kilo de tomates: los pasas, los cobras y se acabó. Pero hay que mirar al personaje desde la perspectiva correcta para variar. Una consecuencia desagradable que tuvieron las emocionantes y sinceras reacciones a la muerte de Joey fue olvidar que si el propio Joey eran tan querido, si Joey y los Ramones habían llegado donde habían llegado, era gracias a que un borde de mierda como Johnny se ocupaba de mantener la seriedad y la profesionalidad. Poco sensible, no muy inteligente, pero Johnny era el que no se perdía ni un concierto por estar colocado, Johnny cumplía con los fans, aunque no le daba a nadie ni un gramo más de lo estipulado por contrato. Sin un tipo como él, que llevaba las riendas del grupo como un sargento, los Ramones no hubieran durado ni dos telediarios. Además, sus entrevistas siempre eran sinceras, le daba igual reconocer que salían en las últimas portadas de sus discos casi en penumbra o de espaldas para que no se les viera viejos, le daba igual decir que End of the Century fue una mierda, y que ellos nunca serían estrellas del pop, como sí creyó el iluso Joey durante toda su vida. Johnny necestaba siempre a un roadie a su lado para que le afinara la guitarra, pues él no tenía ni idea, pero es uno de los ¿diez? ¿quince? guitarristas más influyentes de la historia del rock, era consciente de su talento mediocre, de sus limitaciones, pero tiró para delante seguro de no querer perder esa oportunidad que la providencia y su propio tesón le habian dado. Todas las bandas tienen a un borde, ese que no se queda a la fiesta, pero ese es el tipo que se levantará sin resaca al día siguiente y sacará a los demás de la cama para no perderse el próximo concierto. Bordes, pienso ahora, como John Deacon de Queen y el propio Johnny, sin los que su respectivas bandas se habrían quemado antes de tiempo.
viernes, octubre 10, 2008
THE FREEWHEELIN´ HONEYMOON

Ni yo tengo la juventud y ese cierto atractivo del Bob Dylan recién llegado a Nueva York, ni Suzie Rotolo, su novia de entonces, es tan guapa como mi pareja. Pero tuve que orquestar la reproducción de la portada de The Freewheelin´Bob Dylan más de 40 años después. En Jones St. con Bleecker, le dimos la cámara a una chica que pasaba por ahí y lo intentamos. Cuántas parejitas lo habrán hecho antes...
jueves, octubre 09, 2008
"COMO COCINAR TU VIDA" (Doris Dörrie, 2007)

Una noche improvisada en ese reducto llamado Cine Méliès puede depararte sorpresas, era tan evidente el deber de ir a ver la nueva de Woody Allen o el último intento de unir para bien de la humanidad a Pacino/De Niro en una misma película, que de repente das un giro (¡de 187 grados, o 163, o 79, como dice mi padre!) y te metes donde no te llaman, a la película incorrecta en el momento incorrecto. Pero, vas y aciertas. Cómo cocinar tu vida es un documental en el que seguimos los pasos, las enseñanzas, las palabras y las recetas del maestro zen y experto cocinero Edward Brown, residente en un monasterio de California. La cocina entendida como algo más que un concepto material, el alimento como esencia del espíritu. Para Brown, la cocina es el corazón de su monasterio, para Brown es una tragedia que el hombre occidental no sepa qué coño hacer con una patata ¡con una simple papata! ¿Pelarla quizás? ¿Hacerte una tortillita riquísima y llena de amor? El negocio del alimento y nuestras ánsias de comodidad nos han convertido en niños malcriados que no saben qué hacer con una patata. Pélala, hazte una tortilla, ten paciencia, disfruta cocinando, el alimento saciará tu estómago y tu espíritu, eso nos dice este curioso personaje que imparte cursos de vida y cocina, cursos a los que deberían asistir por cierto todos los estrellones de la gastrosfera actual, desde Adrià hasta Santi Santamaría, los primeros que, bajo la coartada de la cultura y el arte han convertido al hecho de comer en un negocio globalizado y amorfo. Cocinar a veces es pararte a pelar la patata, y ser consciente de ello, articular tus manos suavemente con el cuchillo, esas manos que, dice Brown, el hombre occidental ya ha olvidado como utilizar, tantas sensaciones táctiles que se han perdido para siempre en la era del iPod e internet. Hay tantas frases, tantas imágenes en esta película, como cuando la cámara sigue la vida de una mujer que se dedica a ir de calle en calle, por esos barrios ricos de la periferia de alguna gran ciudad americana, y recolecta los higos, las manzanas de esos bonitos árboles que los residentes solo emplean para embellecer sus privilegiadas calles, y encima algunos vecinos le prohíben a la buena mujer acercarse a los manzanos, es tan pordiosera ella, tan homeless, y prefieren que las manzanas caigan y sean aplastadas por los coches. U otra frase magnífica, cuando se nos dice que la hamburguesa, el consumo obsesivo de hamburguesas no puede conducir a nada bueno, y que de hecho, los que se embotan el estómago a base de carne picada grasienta acabarán ellos mismos siendo hamburguesas. Hamburguesas no solo físicas, obesas, sino hamburguesas espirituales. Basura espiritual.
miércoles, octubre 08, 2008
Bruce Springsteen with Alejandro Escovedo (Houston) 2008
El fantástico tema inicial del nuevo disco de Alejandro Escovedo, Real Animal, estrenado en la gira del boss.
ALEJANDRO ESCOVEDO: "REAL ANIMAL" (2008)

Real Animal huele a autoreivindicación, a renacimiento, a superación. Alejandro Escovedo ha superado su grave hepatitis, sus problemas con la bebida y supera a su vez aquel fantástico Man under the influence del 2001. Real animal despega con el rock festivo de Always a friend ("Everyonce in a while baby let your love show, everyonce in a while baby let yourself go!"), canción que Escovedo estrenó en el escenario con Bruce y la E Street Band antes del verano, en uno de los conciertos del de New Jersey, en una actuación maravillosa que volveré a colgar ahora mismo, de hecho, en Uncut, Alejandro Escovedo confesaba que esos han sido los tres minutos más felices de su vida. Pero la fiesta de rock sincero, con agallas y hambre por vivir sigue con Chelsea Hotel '78, para luego desbordarte de emoción con Sister lost soul, que sinceramente es la puta música que oigo en mi cabeza desde que nací, el sonido que ahora este tipo hace realidad, una canción de belleza incomparable. La mano de Tony Visconti en la producción se hace notar en Golden Bear, aunque los arreglos de este fantástico tema sí que representan una comparación demasiado fácil con el Bowie de fines de los 70, o el de Ashes to ashes; Real as an animal, el noveno tema, te mete en un guateque stoniano, con Escovedo haciendo de un Jagger con ganas de brega. Se trata de un disco perfecto, que destila entrega, notas que el tipo que firma las canciones, que ya ha cumplido los 50 por cierto, y su banda lo están dando todo, se están abandonando a la música, sí, lo notas.
lunes, octubre 06, 2008
COMER EN NUEVA YORK
Si apuntas más alto, puedes detenerte en los restaurantes de una estrella Michelín, aunque aquí el riesgo es alto. La guía de las guías trata a los norteamericanos con una condescendencia que avergüenza. En Barcelona, pongo por ejemplo, tenemos al Alkimia, un reciente una estrella cuya cocina es original y milimétrica, cuidan cada detalle y aún así, te pueden entrar dudas de que merezcan ser premiados con una estrella, así de cara está la guía en España; mientras que en Nueva York, se premian a restaurantes como el Annisa, un una estrella que nos hizo enfadar. Es como si a un restaurante de esos monos y bien ambientados del Born barcelonés le dieran una estrella. Nos sirvieron bien, pero de segundo comí una maldita carne con habas que era una barbacoa de telefilm, solo faltaban los fritos y el hombre del Marlboro ¡y en los diarios decían que ese restaurante era una muestra de moderna y delicada cocina de influencias asiáticas! Salió rana y caro, carísimo por lo que daban, a pesar de que el salón iba lleno de gente bien con pinta de tener criterio. Sí, los una estrella de Nueva York no aseguran una velada destacable, aunque dos días después dimos en la diana con Jewell Bako, otro local estrellado que en Barcelona no lo estaría, pero que sin embargo sí merece un notable alto. Se trata de un diminuto restaurante cerca de la calle Bowery, a dos pasitos de la tienda de ropa que ahora ocupa el mítico garito punk CBGB (la tienda es de ropa rockera, y merece la visita, por sus precios astronómicos y porque han tenido la inteligencia de conservar gran parte de las roñosas paredes del antiguo club, de hecho, es fácil pasearte por el local e imaginarte a los jóvenes Ramones tocando Beat on the brat), bien, pues Jewell Bako es un restaurante japonés dedicado casi exclusívamente al sushi, y os juro que es el mejor sushi que he comido nunca, realmente espectacular, buen pescado y mucha variedad de makis, desde los tradicionales hasta verdaderas joyas comestibles, preciosidades que merecerían estar en un escaparate de Tyffany´s. Un local al que vale la pena ir, y si cuidas bien el tema vinos y demás, no te sale a más de 80 o 90 euros.
Pero todavía puede no bastarte con comer en la calle, meterte sushi al mediodía en Central Park o seleccionar un buen restaurante de una estrella. En nuestro caso, tuvimos la suerte de poder acudir a uno de los cuatro "tres estrellas" de la ciudad, el Jean Georges, en West Park Avenue, y aquí la cosa ya cambió, porque posíblemente Jean Georges tendría tres estrellas en Europa, por lo menos en Londres. Un local para revolcarte con la opulencia en su versión más cosmopolita, y por ello, menos hortera. Un menú calculadísimo, con una tartaleta con caviar que todavía saboreo y un memorable bogavante con gnochis, todos los platos con un toque ácido muy particular y mucha hierba como el eneldo. Esa noche la corbata me sentaba de maravilla, y luego fuímos a por un gin tonic al Sir Henry´s, el bar del Waldorf Astoria. Por supuesto que eso es disfrazarse de algo que no eres y que incluso rechazas, pero hoy día eso ya no me preocupa. Si tengo la suerte de poder ir a un restaurante así (en la entrada por cierto coincidimos con, estoy casi seguro, Bob Geldof, que entraba al hotel que alberga el restaurante en zapatillas, bastante ridículo), digo que si tengo la dicha de poder disfrutar de la mejor cocina y el mejor servicio seré un estúpido si no lo hago. La noche en el Jean Georges por cierto era la misma en que hubo el gran crack en Wall Street, el día 29, pero nada de eso se notaba mientras éramos felices en la mesa, aunque a la salida, el taxi que nos llevó al Waldorf estuvo rayándonos con que el país se iba a la mierda, y que millones de americanos se quedarían sin pensión. Y yo con mi corbata, tan guapo en busca de mis gin tonics, cállate taxista. Esta noche, cállate.
domingo, octubre 05, 2008
WILLIE NELSON & FAMILY + JAKOB DYLAN (RADIO CITY MUSIC HALL, NY 25-IX-08)
El Radio City Music Hall es un local espectacular. Es América en su acento más clásico, más Hollywood era dorada, es el espectáculo, recargado y goloso, hecho edificio. Y se mantiene tal cual, esplendoroso, con su auditorio en forma de caracola gigante, y detalles de otra época, como un hall en cada lavabo, el de señoras siendo una cucada, con varios tocadores con su sillita respectiva, para que las Carole Lombard de antaño se retocaran enmedio de algún estreno de la RKO.
Me ilusionaba pisar el Radio City, me ilusionaba el concierto de Willie Nelson que iba a presenciar, y no sentía nada por la presencia como telonero de Jakob Dylan y su banda. Bien, en mi humilde opinión del segundo anfiteatro, Jakob Dylan se llevó el gato al agua. No erizó ningún bello, no pateó culos, pero su country ligero como la brisa me pareció elegante y lo paladeé de principio a final, mientras el auditorio se llenaba de público local portando muchos esas bebidas gigantes (América, grande, grande, grande), todas con su maldita pajita fluorescente (América, hortera, hortera, hortera).
Cuando Willie salió a escena el Radio City le saludó como al viejo Ethan de Centauros del Desierto regresando con su sobrina raptada por los indios. De Willie Nelson quedan claras varias cosas, la primera es que su concierto es el mismo que viene ofreciendo desde tiempos inmemoriales. Willie ya puede sacar discos de reagge, obras producidas por Ryan Adams etc. que al final del día, saldrá a escena con su roñosa acústica y abrirá con Whiskey River, seguirá al cabo de poco con el medley de Funny how time slips away y Crazy, e irá desfilando para casa con Always on my mind y On the road again. Vale, a quién demonios le importa eso, yo compro. Willie tiene tres cuartos de siglo y canta con su voz de siempre, magnética, tan tangible, física, se curra los solos con la paciencia de un viejo sastre y destila simpatía y bondad. Y dignidad. Es el último, junto con Kris Kristofferson, y ahí está, como el predicador de 82 años que fuímos a escuchar en Harlem al domingo siguiente, que exhortaba a votar por Obama y se arrancaba en gospels a pesar de su edad. A más edad, más cuesta ser digno, y los que lo son, consiguen algo hermoso.
Un concierto de Willie Nelson también incluirá a miembros de su familia, como hacen tantos patriarcas estrellones del showbusiness, que dan de comer a sus sobrinas con dulce voz, sus nietos armonicistas y sus hijas pianistas. Willie Nelson & Family, lo ponía en el tiket, OK. Aunque lo más bonito de todo es sin duda la comunión de este tipo con su audiencia. Corean estribillos que yo ni reconozco, en las primeras filas se desviven por darle la mano, se sienten bien, animados y felices de reencontrarse con el abuelo, que les cuenta las mismas historias de siempre sentado en su silla en el porche. Hay un respeto por el hombre que canta desde el escenario que ni las bebidas fluorescentes pueden romper. Al final, Willie abandonaba el escenario, andando como un anciano cualquiera, y me fijo en sus largas coletas todavía pelirrojas, en la cinta roja para el pelo que lanzó a un miembro del público, y en su tranquila sonrisa. Un día más en este mundo, un día más con el trabajo bien hecho.
jueves, octubre 02, 2008
PAUL NEWMAN
lunes, septiembre 22, 2008
FRED NEIL - "BLEECKER & MACDOUGAL" (1965)
.jpg)
Uno de los grandes discos de una era irrepetible. Cuando Dylan llegó al Village como un pardillo, Fred Neil era uno de los que dominaban el cotarro en los clubs folk más de moda, incluso dejó que el joven cantautor le acompañara a la harmónica en algunas de sus actuaciones en el Wha? café. Neil, el escritor del standard universal Everybody´s talkin´, desapareció del mundo artístico a principios de los setenta, para vivir una vida tranquila en las costas de Florida. Era un tipo con un potencial y un dominio de la canción incomparable, y hoy es un punto lejano del pasado que pocos recuerdan ya.
Con otros discos imprescindibles como el Tear down the walls, a duo con Vince Martin, este Bleecker & Macdougal es un portento, con la profunda voz de barítono de Neil y joyas irrepetibles como The other side of this life, versionada más tarde por Jefferson Airplane.
SICK, SICK, SICK
sábado, septiembre 20, 2008
The Highwaymen - "Highwayman"
Highwayman, el gran tema de aquel supergrupo formado por los totems del country Willie Nelson, Johnny Cash, Kris Kristofferson y Waylon Jennings.
Pasaré unos días de inconstancia en el blog, debido a una honeymoon en Nueva York -que por cierto, me llevará a los brazos de Willie Nelson en el radio City Music Hall-, sirva este tema de despedida momentánea.
jueves, septiembre 18, 2008
IROS A LA MIERDA, PERIODISTAS.
SONARÁ "I´D RUN AWAY"
Y sonará I´d run away de los Jayhawks. Supongo que a los tantos bloggers de por aquí cerca no tendré que decirles nada de una canción así, y de un disco como Tomorrow the green grass. Sabemos de qué hablamos.
La música corre por todo mi cuerpo desde hace tanto tiempo. De niño por ejemplo, me recuerdo viendo por la tele un fragmento del concierto de reunión de Simon & Garfunkel en Central Park, eso se me quedó grabado. Y luego cuando escuchaba a Springsteen en Los 40, y luego por fin, cuando introducí en el radiocassette alguna cinta de las que se grababa mi hermano, ni me acuerdo de qué debería ser, pero eso me inyectó el suero. El rock, y luego un montón de estilos más que tienen en común una batería, una guitarra y un bajo, se pegaron a mi enseguida, y mi vida cambió. Como la vuestra, porque el rock nos ha hecho distintos ¿verdad?
Me siento bien porque sigo disfrutando de la música, a mis casi 32, como lo hacía siendo un crío. Y mañana sonará I´d run away. Eso es una buena noticia.
STEVE CLARK

Cuando el todavía joven Steve Clark perdió las ganas de vivir y se alcoholizó hasta la muerte, su banda de toda la vida, Def Leppard, también se fué al carajo. Steve era el Johnny Thunders del hard rock, su Les Paul, su actitud, sus riffs, su pose y su carisma eran el nervio del grupo; sin él todo se volvió blando, mil veces oído, prefabricado y vacío. No punteaba como Phil Collen, su compañero de guitarra en Def Leppard, pero la imagen rockera del grupo se la llevaba él de calle. Verlo en el clásico video In the Round de la gira de Hysteria del 88 es un placer. Clark se sale del plano, y la cámara lo mima una y otra vez. Steve era de la vieja escuela, era un guitarra que no encontrarías jamás entrevistado en el Guitar Player, era como Ace Frehley, especímenes que están más allá de las notas de un pentagrama, de la digitación y de la velocidad. Viéndole y escuchándole no aprendías a tocar la guitarra, pero sí a rockear.
miércoles, septiembre 17, 2008
Pink Floyd - Amsterdam Rock Circus 1972
Soberbia e intensa interpretación de un clásico: Atom Heart Mother.
PINK FLOYD: PERDIENDO EL TIEMPO

Recién fallecido el teclista de Pink Floyd Rick Wright, se desvanecen las oportunidades, las pocas que quedaban, de ver una reunión en toda regla de la formación clásica. Bien mirado, se lo merecen, por haber perdido el tiempo en reyertas estúpidas, por explotar la leyenda con subproductos, como las últimas giras de un Waters que, por la forma física y pasión que todavía muestra sobre un escenario, debería dar más de sí, por haber vagueado de mala manera los últimos 25 años ¡25 años! el sr. Gilmour, el sr. Mason y el difunto Wright, ejemplos los tres de lo peor de los rockeros ricos, tipos que no han hecho nada, nada, en décadas. Ahora ya no pueden reunirse a lo grande, o por lo menos, si lo hacen, no podremos oír la dulce voz de Rick en Echoes. Lástima.
martes, septiembre 16, 2008
Celtic Frost - "Into the Pandemonium" (1987) - Mexican Radio
El tema más radiable de un disco inclasificable. Celtic Frost aspiraron a llevar el metal a las salas de exposición con Into de Pandemonium: La portada, El jardín de las delicias de Hyeronimus Bosch era otra declaración de intenciones de lo suizos: exigir al oyente, escuchar con el corazón... y la cabeza.